A tientas tiendo mis brazos
pero siento sólo un salpullido
que queda del querer quemado,
intruso solitario
que me acompañó con tiento,
marea intacta de pensamientos.
Un rodeo animal pero tan nimio,
tan nimio que me hace llorar,
se deshace en mis manos,
se disgrega en el agua,
permanece en mi cuerpo,
siempre, siempre.